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sábado, 6 de octubre de 2012

ES TIEMPO DE MANZANAS


Siete y media de la mañana. Hace cinco minutos que sonó el despertador de su marido. Se despierta sobresaltada y se levanta de la cama de un brinco. Mira el reloj, “es tardísimo”, piensa. Busca en el suelo la ropa interior y el pantalón del pijama de franela, al que su marido llama “el traje de astronauta”, no hay nada de carne al aire. Se pone la bata y las zapatillas de andar por casa. Pasa por delante de la cómoda y se ve reflejada en el espejo. Como cada mañana, no le gusta lo que ve. “Que mala cara tengo”.