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jueves, 31 de julio de 2014

LOS DOS SOLOS.

         Era temprano pero tampoco demasiado. Madrugar para ir de vacaciones es una manía que nunca he llegado a entender muy bien. Iba concentrado en el volante y en la carretera cuando de repente escuché una respiración profunda (también podría haberle llamado un ronquido pero es mi pequeña…) Miro de reojo y ahí está: viste una camiseta blanca con una inscripción en  inglés en letras muy pequeñas que aún no he intentado traducir, de las que ella llama “del hombro caído”; un pantalón corto vaquero, nuevo pero ya roto (esta nueva moda de comprar pantalones rajados tampoco la entiendo. Será que nos vamos haciendo mayores) unas zapatillas “vans” negras con los cordones blancos que ya se ha quitado dejando sus pies descalzos.