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viernes, 16 de marzo de 2012

A SOLAS

ADVERTENCIA: ESTE TEXTO TIENE CONTENIDO NO APTO PARA MENORES DE 18 AÑOS.


Hacía ya bastante tiempo que no conseguían quedarse un fin de semana a solas. Sus respectivos trabajos por turnos  y el cuidado de los niños, se lo impedían. Aquel fin de semana primaveral, sin haberlo planeado, todo se puso de cara. El mayor de sus dos hijos, en plena adolescencia, se iba al chalet de un compañero de clase ese mismo  viernes a la salida del instituto y no volvía hasta el domingo por la tarde. El pequeño, muy joven aún para ese tipo de aventuras, pasaría el fin de semana con su tío y sus primos en una casa rural. Esa mañana de sábado amanecieron bastante temprano, los dos juntos, solos. Prepararon unos zumos de naranja recién exprimido y unas tostadas con mantequilla y mermelada. Un par de cafés “Longos” en su máquina “Tassimo” y se sentaron en los taburetes de la mesa de la cocina. Ella se levantó, abrió la ventana. Empezó a subir la persiana lentamente.  La luz que entraba iba haciendo que su diminuto picardías de raso blanco se fuera transparentando. Él no le quitaba el ojo de encima. Notó un ligero hormigueo recorriéndole el vientre. Hacía mucho tiempo que no notaba esa sensación. Desayunaron en silencio. Parecían echar de menos las discusiones de sus hijos en la PlayStation, aquellos "mamá, mira el tato, que no me deja en paz", "papá, ven, mira que gol he marcado".....

― Me han hablado en el trabajo de un paraje por aquí cerca que con este tiempo tiene que estar precioso ―  dijo él asomado a la ventana mientras apuraba las últimas caladas a un cigarrillo―. Podíamos ir a dar una vuelta y buscarlo. ¿Qué te parece?


― Bueno, como quieras. Voy a darme una ducha rápida y nos vamos ― respondió ella con una sonrisa. ―Ve recogiendo la cocina mientras tanto.
Recogió los platos y las tazas en un momento y los metió en el lavavajillas. Sin darse cuenta, se sorprendió a él mismo espiando el cuerpo desnudo de su mujer en la ducha. El cosquilleo de su vientre iba en aumento.  Se quedó un rato a observarla hasta que cerró el grifo del agua y salió de la ducha. Ella se enfundó el albornoz y él entró al cuarto de baño. Se quitó la parte de arriba del pijama. Ella le miró. Él se quitó el pantalón. ―Guau ―exclamó―parece que hoy te has levantado animado.
Salió del baño y fue a la habitación a vestirse mientras su marido se duchaba. Se puso un minúsculo tanga. Volvió a su mente la imagen del pene en erección de su marido  y sintió como la poca tela que tenía la braguilla se humedecía, y no precisamente por el agua de la ducha…
Terminaron de prepararse y salieron de casa dejando tras de sí una paz y un silencio que se les antojaba extraño. Llevaban poco más de media hora caminando cuando encontraron un prado con un verdor tan uniforme que cualquiera lo hubiera confundido con una alfombra. Avanzaron pisándolo con suma delicadeza, y un poco más adelante, llegaron a un arroyo de aguas cristalinas. Se quedaron maravillados ante aquel paisaje tan espectacular que les ofrecía la naturaleza, y ésta, siguió su curso...

La rodeó con sus fuertes brazos y la besó en los labios, bajando lentamente hasta el cuello, paso la lengua por el lóbulo de su oreja. Sus manos acariciaban su espalda. Bajó una mano hacia su perfecto trasero, mientras la otra viajaba buscando sus pechos. Por encima de la tela pudo palpar sus pezones erectos, se arrimó más a ella sintiendo como su cuerpo reaccionaba por debajo del pantalón.
― Hazme el amor ― le dijo ella en un susurro.
La fue desnudando poco a poco, sin prisa, podía adivinar en ella una cara de pasión y lujuria que la desbordaba. Le desabrochó los botones de la camisa mientras ella le acariciaba la entrepierna, donde encontró un pene en plena erección. Le soltó el sostén de encaje transparente y de su interior emergieron dos pechos cuyos pezones le estaban invitando a lamerlos. Pasó la lengua por ellos y sintió como el cuerpo de ella se estremecía y su respiración se hacía más y más profunda. Él notó que su propio corazón estaba a punto de salirle por la boca.
Ella se agachó y comenzó a desabrocharle el pantalón mientras él le acariciaba el cabello con la punta de sus dedos. Al acabar con el último botón, el pantalón le cayó hasta los tobillos dejando ver un pene con una erección incontrolada que palpitaba y brillaba, deseando entrar en ella hasta su garganta. Le pasó la lengua con suavidad, de arriba a abajo, pasando por sus testículos, una y otra vez, el vello se le ponía de punta y sintió una especie de latigazo que le recorrió toda la espalda. Aquel orgasmo fue tan fuerte como nunca antes lo había sentido.
Él empezó a tocarla por debajo de su falda y notó como la humedad de su vagina había traspasado la tela de su minúsculo tanga. Comenzó a acariciarle el clítoris y a lamer sus pezones, y sintió como ella llegaba al clímax gimiendo en su oído y abrazada a él.
Le arrancó el tanga y observó cómo palpitaba su vagina haciendo que el flujo se expandiera. La tumbó en la hierba totalmente desnuda, su pene volvía a estar en erección, empezó a besarle y a lamer todo su cuerpo mientras ella se estremecía con cada caricia. Por fin llegó a su rasurado monte de Venus, su lengua pasaba por todos los recovecos de su humedecida y dilatada vagina, introduciendo un dedo en su interior, a lo que ella respondió con un suspiro de placer, hasta que encontró el clítoris, lo lamió suavemente, despacio, y el orgasmo no se hizo esperar, todo su cuerpo se estremeció en espasmódicos movimientos. Se tumbó a su lado, ella giró sobre sí misma y en una rápida acción se introdujo el miembro entero. Sus movimientos eran lentos a la vez que armónicos, gotas de sudor le resbalaban por la frente y la espalda, él la apretó contra sí  para que ella sintiera todo él en lo más profundo de su cuerpo, sus movimientos cada vez eran más rápidos y sintió como su respiración se aceleraba por momentos, él le pidió que no parara y en unos pocos segundos, sus cuerpos se fundieron en un  orgasmo brutal, su semilla estaba  bañando todas las paredes de su vagina. Ella no podía parar, siguió balanceándose encima de él y un nuevo y si cabe más fuerte orgasmo, hizo que todo su cuerpo se estremeciera y vibrara de placer, haciéndola caer sobre él, agotada, sudorosa y rendida ante el placer que acababan de sentir.

― Te amo ― le susurró  al oído ―, eres lo mejor que me ha pasado en la vida―dijo ella mientras le besaba dulcemente los labios.
―Yo también te quiero ― le dijo en un breve murmullo.
― Vamos a vestirnos y marchemos para casa, esto no ha hecho más que empezar. Creo que nos espera un fin de semana agotador.


12 comentarios:

Elena dijo...

Muy bien escrito Miguel, podría resultar vulgar pero has conseguido que no sea así. Aunque me he sonrojado un poquito, jajaja

Fany dijo...

Al final tocas todos los palos y ya solo te faltaba este.Bien relatado y con el pudor controlado.

Caaj.- dijo...

Magistral, como vas guiando las palabras unas de tras de otras, hacia el encuentro de ese momento maravilloso que es el amor, y el sexo…

Y seguramente lo mejor estaría por llegar en ese fin de semana…

Vas mejorando por momentos “carpintero-escritor”, no lo dejes que poco a poco se hará grande la tarea de escribir….

Daniel Rubio dijo...

Así me gusta, que experimentes y te marques retos. Poco a poco serás un buen juntador de letras. Un abrazo amigo.

FELIX JAIME dijo...

Buen relato, amigo. Voy a darme una ducha fría.

Iseo dijo...

Qué calores me han entrado de repente, voy a por algo fresquito, fresquito...
Ana Iseo

MARTA dijo...

Muy buena descripcion con todo detalle jijijijm muackkk es la primera vez que te leo... y he pensado si a una de nuestras conmpañeras la han dicho tal y cual por poner follar en su novela madre mia de Dios si leen esto jajajajaj genial de verdad

Maria Sevi dijo...

"Carpintero-escritor"... y también "Caballero de Las letras". Todo queda dicho

luz purpura dijo...

Leer sobre un encuentro sexual,nos deja diferenciar,si juzgaremos,por nuestros pudores,ideas o falsos mitos,yo no haré comentario personal,solo respeto la voluntad del escritor a plasmar ,sus palabras y sentimientos y como lectora leerte Miguel Angel,sorprendida,pero no asustada tampoco,felicidades por tu nuevo relato,un abrazo.

vmoises dijo...

Excelente Miguel, muy bien escrito. Así se siente el amor de a dos. Impecable.

Núria Ma Ma dijo...

ains, cómo se echa de menos la vara ... Si lo sé no lo leo, jejeje.

fus dijo...

Genial Miguel has escrito un relato real y con una redacciòn magistral. Enhorabuena.

un abrazo

fus