ADVERTENCIA: ESTE TEXTO TIENE CONTENIDO NO APTO PARA MENORES
DE 18 AÑOS.
Hacía ya bastante tiempo que no conseguían quedarse un fin de
semana a solas. Sus respectivos trabajos por turnos y el cuidado de los niños, se lo impedían. Aquel
fin de semana primaveral, sin haberlo planeado, todo se puso de cara. El mayor
de sus dos hijos, en plena adolescencia, se iba al chalet de un compañero de
clase ese mismo viernes a la salida del
instituto y no volvía hasta el domingo por la tarde. El pequeño, muy joven aún
para ese tipo de aventuras, pasaría el fin de semana con su tío y sus primos en
una casa rural. Esa mañana de sábado amanecieron bastante temprano, los dos juntos,
solos. Prepararon unos zumos de naranja recién exprimido y unas tostadas con
mantequilla y mermelada. Un par de cafés “Longos” en su máquina “Tassimo” y se
sentaron en los taburetes de la mesa de la cocina. Ella se levantó, abrió la
ventana. Empezó a subir la persiana lentamente. La luz que entraba iba haciendo que su
diminuto picardías de raso blanco se fuera transparentando. Él no le quitaba el
ojo de encima. Notó un ligero hormigueo recorriéndole el vientre. Hacía mucho
tiempo que no notaba esa sensación. Desayunaron en silencio. Parecían echar de
menos las discusiones de sus hijos en la PlayStation, aquellos "mamá, mira
el tato, que no me deja en paz", "papá, ven, mira que gol he
marcado".....
― Me han hablado en el trabajo de un paraje por aquí cerca
que con este tiempo tiene que estar precioso ― dijo él asomado a la
ventana mientras apuraba las últimas caladas a un cigarrillo―. Podíamos ir a
dar una vuelta y buscarlo. ¿Qué te parece?
― Bueno, como quieras. Voy a darme una ducha rápida y nos
vamos ― respondió ella con una sonrisa. ―Ve recogiendo la cocina mientras
tanto.
Recogió los platos y las tazas en un momento y los metió en
el lavavajillas. Sin darse cuenta, se sorprendió a él mismo espiando el cuerpo
desnudo de su mujer en la ducha. El cosquilleo de su vientre iba en aumento. Se quedó un rato a observarla hasta que cerró
el grifo del agua y salió de la ducha. Ella se enfundó el albornoz y él entró
al cuarto de baño. Se quitó la parte de arriba del pijama. Ella le miró. Él se
quitó el pantalón. ―Guau ―exclamó―parece que hoy te has levantado animado.
Salió del baño y fue a la habitación a vestirse mientras su
marido se duchaba. Se puso un minúsculo tanga. Volvió a su mente la imagen del
pene en erección de su marido y sintió
como la poca tela que tenía la braguilla se humedecía, y no precisamente por el
agua de la ducha…
Terminaron de prepararse y salieron de casa dejando tras de sí
una paz y un silencio que se les antojaba extraño. Llevaban poco más de media
hora caminando cuando encontraron un prado con un verdor tan uniforme que
cualquiera lo hubiera confundido con una alfombra. Avanzaron pisándolo con suma
delicadeza, y un poco más adelante, llegaron a un arroyo de aguas cristalinas.
Se quedaron maravillados ante aquel paisaje tan espectacular que les ofrecía la
naturaleza, y ésta, siguió su curso...
La rodeó con sus fuertes brazos y la besó en los labios,
bajando lentamente hasta el cuello, paso la lengua por el lóbulo de su oreja. Sus
manos acariciaban su espalda. Bajó una mano hacia su perfecto trasero, mientras
la otra viajaba buscando sus pechos. Por encima de la tela pudo palpar sus
pezones erectos, se arrimó más a ella sintiendo como su cuerpo reaccionaba por
debajo del pantalón.
― Hazme el amor ― le dijo ella en un susurro.
La fue desnudando poco a poco, sin prisa, podía adivinar en
ella una cara de pasión y lujuria que la desbordaba. Le desabrochó los botones
de la camisa mientras ella le acariciaba la entrepierna, donde encontró un pene
en plena erección. Le soltó el sostén de encaje transparente y de su interior
emergieron dos pechos cuyos pezones le estaban invitando a lamerlos. Pasó la
lengua por ellos y sintió como el cuerpo de ella se estremecía y su respiración
se hacía más y más profunda. Él notó que su propio corazón estaba a punto de
salirle por la boca.
Ella se agachó y comenzó a desabrocharle el pantalón mientras
él le acariciaba el cabello con la punta de sus dedos. Al acabar con el último
botón, el pantalón le cayó hasta los tobillos dejando ver un pene con una
erección incontrolada que palpitaba y brillaba, deseando entrar en ella hasta
su garganta. Le pasó la lengua con suavidad, de arriba a abajo, pasando por sus
testículos, una y otra vez, el vello se le ponía de punta y sintió una especie
de latigazo que le recorrió toda la espalda. Aquel orgasmo fue tan fuerte como
nunca antes lo había sentido.
Él empezó a tocarla por debajo de su falda y notó como la
humedad de su vagina había traspasado la tela de su minúsculo tanga. Comenzó a
acariciarle el clítoris y a lamer sus pezones, y sintió como ella llegaba al
clímax gimiendo en su oído y abrazada a él.
Le arrancó
el tanga y observó cómo palpitaba su vagina haciendo que el flujo se
expandiera. La tumbó en la hierba totalmente desnuda, su pene volvía a estar en
erección, empezó a besarle y a lamer todo su cuerpo mientras ella se estremecía
con cada caricia. Por fin llegó a su rasurado monte de Venus, su lengua pasaba
por todos los recovecos de su humedecida y dilatada vagina, introduciendo un
dedo en su interior, a lo que ella respondió con un suspiro de placer, hasta
que encontró el clítoris, lo lamió suavemente, despacio, y el orgasmo no se
hizo esperar, todo su cuerpo se estremeció en espasmódicos movimientos. Se
tumbó a su lado, ella giró sobre sí misma y en una rápida acción se introdujo
el miembro entero. Sus movimientos eran lentos a la vez que armónicos, gotas de
sudor le resbalaban por la frente y la espalda, él la apretó contra sí
para que ella sintiera todo él en lo más profundo de su cuerpo, sus movimientos
cada vez eran más rápidos y sintió como su respiración se aceleraba por
momentos, él le pidió que no parara y en unos pocos segundos, sus cuerpos se
fundieron en un orgasmo brutal, su semilla estaba bañando todas las
paredes de su vagina. Ella no podía parar, siguió balanceándose encima de él y
un nuevo y si cabe más fuerte orgasmo, hizo que todo su cuerpo se estremeciera
y vibrara de placer, haciéndola caer sobre él, agotada, sudorosa y rendida ante
el placer que acababan de sentir.
― Te amo ― le susurró al oído ―, eres lo mejor que me ha
pasado en la vida―dijo ella mientras le besaba dulcemente los labios.
―Yo también te quiero ― le dijo en un breve murmullo.
― Vamos a vestirnos y marchemos para casa, esto no ha hecho
más que empezar. Creo que nos espera un fin de semana agotador.
12 comentarios:
Muy bien escrito Miguel, podría resultar vulgar pero has conseguido que no sea así. Aunque me he sonrojado un poquito, jajaja
Al final tocas todos los palos y ya solo te faltaba este.Bien relatado y con el pudor controlado.
Magistral, como vas guiando las palabras unas de tras de otras, hacia el encuentro de ese momento maravilloso que es el amor, y el sexo…
Y seguramente lo mejor estaría por llegar en ese fin de semana…
Vas mejorando por momentos “carpintero-escritor”, no lo dejes que poco a poco se hará grande la tarea de escribir….
Así me gusta, que experimentes y te marques retos. Poco a poco serás un buen juntador de letras. Un abrazo amigo.
Buen relato, amigo. Voy a darme una ducha fría.
Qué calores me han entrado de repente, voy a por algo fresquito, fresquito...
Ana Iseo
Muy buena descripcion con todo detalle jijijijm muackkk es la primera vez que te leo... y he pensado si a una de nuestras conmpañeras la han dicho tal y cual por poner follar en su novela madre mia de Dios si leen esto jajajajaj genial de verdad
"Carpintero-escritor"... y también "Caballero de Las letras". Todo queda dicho
Leer sobre un encuentro sexual,nos deja diferenciar,si juzgaremos,por nuestros pudores,ideas o falsos mitos,yo no haré comentario personal,solo respeto la voluntad del escritor a plasmar ,sus palabras y sentimientos y como lectora leerte Miguel Angel,sorprendida,pero no asustada tampoco,felicidades por tu nuevo relato,un abrazo.
Excelente Miguel, muy bien escrito. Así se siente el amor de a dos. Impecable.
ains, cómo se echa de menos la vara ... Si lo sé no lo leo, jejeje.
Genial Miguel has escrito un relato real y con una redacciòn magistral. Enhorabuena.
un abrazo
fus
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